Bien dicen que la música calma a las bestias salvajes, pero en mi caso enciende los rincones más oscuros de mi mente; al parecer emplearemos unos muy buenos trucos para hacer que el conejo salga de su hoyo.
- Ey, ho! ¡Oh, saquemos al sinvergüenza aquel, pronto la bestia se fugará. Algunos leños, un palo o dos, un poco de basura , suficiente debe ser.-
- Que salga el mounstro, pues! -
Más o menos le dijo asi el Dodo al Conejo Blanco.
De una forma casi mágica Edith logro que mis pesadillas se esfumaran. Justo ayer recuerdo haber tenido una visión en la que una gata siamesa venía a mi casa a espantar a todos los ratones. Se sintió muy, muy bien.
Gracias a ello pude concentrarme plenamente. Volví a mi trabajo y le puse especial empeño a la pieza a la cual llame Conejo Mounstro. En ésta además de mis técnicas tradicionales de óleo y pastel quise emplear algo más pero no estaba completamente seguro; necesitaba algo de veras dramático. Algo se me ocurría para el pelaje; en lugar de ser pintado podría poner alguna especie de aplicación o quiza pelo de verdad. La fibra de vidrio me llamaba la atención ya que alguna vez experimenté con la idea de hacer una escultura. La desventaja es que en aquella ocasión me empece a astillar las manos y se clavó hasta en el útimo rincón de mi piel. Qué más da, haré lo que sea...
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