- Te digo, mujer, antes me sentía bastante desplazado pero ahora siento que las cosas empiezan a acomodarse,- le mencioné a Edith en el tren mientras íbamos de camino a Elyria. Ya eran casi las seis de la tarde, el día 24 de diciembre y yo me sentía como si nada. Ella se encontraba muy serena y me seguía mucho la corriente aunque en el fondo yo sabía que no estaba completamente de acuerdo con mi estilo de vida.
- Ya veo, y de veras lo disfrutaste?- pregunto tímidamente. Ya sabía a lo que se estaba refiriendo y de alguna jodida manera me hizo sentirme intimidado.
- Bueno,- continué,- hasta ahora creo que entiendes bien mis preferencias, no es así? Esto va más allá de la simple experimentación...-
- Ya lo SÉ, Adrian, creo que quedó bastante claro desde que empezamos a salir, o acaso ya no te acuerdas aquella temporada en que por poco y te me mueres?-
- Cuándo no?-
- Sólo digo que si lo disfrutaste en vez de verlo como todo un calvario?-
- Pues, te confesaré que lo hice a propósito porque Droogie ya lo sabía, de hecho temo que a partir de esa instante quiera acomodarme a uno de sus amiguitos...pero tú sabes que es puro negocio, nada personal. Tampoco quería lucir como un perfecto idiota.-
- Y eso te molesta, que te humillen? Qué , tu orgullo es tan grande que estas dispuesto a hacer lo que sea?- Oh, en ese momento noté que definitivamente se estaba molestando.
- Pues para tu información, en realidad no estuvo tan mal, de hecho con gusto lo volvería hacer y sin que me lo pidan, - y fue en ese instante que abracé a mi chica fuertemente, - De qué me quejo? Me vine contigo perfectamente bien.-
- Bien, no quería saber tantos detalles. Debo admitir que tu amiguita se pasa de perversa.-
- Contéstame una cosa sinceramente, si te hubiesen elegido a tí y a otra chica hubieras hecho lo mismo que yo?- le pregunté con toda seriedad.
- No, no lo creo, no como tú, tal vez algo leve, no tan severo como tu lo hiciste.-
- Ya veo...osea que tu siempre fuiste una de esas niñas bien portadas, pero aun así no te considero aburrida, eres más fiel a tus principios. Me agrada eso, pero tampoco te detengas por mí porque entonces yo me vería bastante egoísta si no te dejara ser.-
- Seguro...- dijo mirando hacia el cielo.
- Bueno, creo que ya logro ver ese lugar del que salió este engendro del mal.- Edith soltó una carcajada, sabía que la haria sonreír de una manera u otra.
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