Domingo, que día tan interesante para meditar, sin embargo el día de hoy tuve la oportunidad de charlar con mis alimañas interiores.
Tan pronto salí de la ducha me paré frente al espejo y me dije, - Hagámsolo.- Fue uno de esos raros momentos en los que estaba completamente solo, aún así pude notar un terrible aironazo allá fuera lo cual hizo que el momento se volviera más dramático.
Cerré mis ojos y conté hasta tres. Grité y grité todo lo que pude como un gato, hasta hablé más rápido de lo normal. Apreté mis puños e intenté hacerme unas preguntas a mí mismo como si hubiese caído en una especie de trance,
- Quién eres? Habla!.-
- No quiero.-
- Dime tu nombre.-
- Ah.....NO QUIERO!!!-
Seguí gritando y llorando como un chiquillo hasta que paulatinamente me fui calmando.
- Te estás debilitando...-
Abrí los ojos y recuperé la conciencia. No me sentí diferente pero si algo asustado como si hubiese sido un niño jugando con un paquete de cerillos.
De pronto escuché que algo cayó...así que me di la vuelta para ver de qué se trataba y me di cuenta de que estaba cierto libro en el suelo y le había echado la culpa al viento. Pero no fue cualquier libro; se trataba de nada más y nada menos que el de Alicia En El País de las Maravillas y estaba abierto justo en uno de los primeros capítulos; allí donde estaba la ilustración del Conejo Blanco.
Vil coincidencia. Lo recogí y noté que había una minúscula mancha roja cerca de su pecho. Instintivamente quise borrarla pero pues no pude quitarla. No se difuminaba, mas bien era algo penetrante como, la sangre, quizás? No, esta copia ya era muy vieja, de hecho le pertenecía a mi abuelo desde hacía más de cuarenta años y tenía todo el arte original de John Tenniel.
Al menos llené mi tarde con un poco de locura ya que muy cosas de veras interesantes han surgido últimamente. En fin, ya veremos qué más sucede mañana. Por cierto, este episodio no fue un sueño o una alucinación, sí fue real.
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