Saturday, January 22, 2011

TRAS EL CONEJO.

Érase una terrible mañana con un espantoso viento que se las ingeniaba para filtrarse hasta en el último rincón de la casa. Me levanté a eso de las ocho de la mañana y prácticamente amanecí gracias a una ligera infusión de café y a una reposición de una de mis películas favoritas de la infancia, la version animada de Watership Down.

-Todo el mundo será tu enemigo. Príncipe con miles de enemigos. Si alguna vez llegan a atraparte te matarán pero pero primero deberán alcanzarte, cavador, oyente, corredor. Príncipe con una fuerte advertencia. Sé astuto , lleno de trucos y así tu gente nunca será destruida.-

Edith estaba muy sorprendida por mi comportamiento un tanto infantil aunque a decir verdad ya la traía yo muy consternada por varias razones.

- Estás bien, Adrián? - me dijo mientras se sentó conmigo en el piso de duela. Odiaba estas típicas preguntas prefabricadas, solo díganme cuánta gente se atreve a responder, -NO, no me siento bien!- porque siempre tienes que responder exactamente lo contrario para mantener a todos contentos y felices especialmente con alguien tan desenvuelta como mi chica. Entonces yo le repsondí, -Si...- pero se preocupó aún más y se encogió de hombros.

- Eso no es nada amable! Estas siendo sarcástico otra vez?-

- Ah, no. De hecho estoy bastante lúcido en este momento, Edith. Tengo una cita con el destino,- me estaba refiriendo a mi encuentro cercano con Droogie. Dios, solamente tenía veintitrés años y ya gozaba de fama internacional, prácticamente todos se la pasaban hablando de ellas, especialmente por internet. Tenía esa extraña cualidad que oscilaba entre lo pop y un temible lado oscuro inspirado por películas como La Naranja Mecánica.

- Sí, por supuesto, ya me lo habías contado pero trata de mantenerte calmado, sí?-

- Ah...no te sientes un poco celosa? Porque detalles como esos definitivamente los puedo detectar.-

- Por que habría de estar celosa? Te estoy compartiendo con el resto del mundo, ya me lo habías advertido desde que estabamos apenas saliendo, me extraña que lo hayas olvidado.-

- No te enojes conmigo porque ayer tuve el sueño más curioso.-

- De veras? Me encantaría escucharlo pero sería mejor que te levantaras para platicarlo más a gusto en la cocina.-

- Muy bien, lo que tú me digas...-

Así que disfrutamos de un desayuno completamente espiritual minetras yo narraba mi experiencia onírica. -Bien, entonces imagina que estaba descansando rodeado de todas estas hermosas chicas pero todas llevaban tenían máscaras de conejo puestas.

-Como las conejitas de la revista?-

- Ya quisiera! Pero no, eran máscaras muy bien hechas como algo posmoderno. Bueno, el caso es que todas comenzaron a revelar sus caras y una de ellas exclamó, - Yo soy el conejo, Adrián, yo soy a quien has estado buscando!- mas sin embargo la chica al lado suyo dijo exactamente lo mismo al igual que el resto y entonces a final de cuentas todas se echaron sobre mí...-

- Y?-

-...y eso fue todo!-

- Mmm, me parece que hay algo que no quieres decirme pero dejaré que te quedes con tus fantasías privadas...-

Sonreí de una manera algo estúpida, - Sí, estoy emocionado, muy emocionado!-

Alrededor de la tarde, digamos a eso de las cuatro en punto llegué a la Galería M. con impecable puntualiad junto con Feivel. Él también se veía mucho muy emocionado. Verán por la agenda terriblemente apretada de estos artistas difícilmente tienen tiempo para estas trivialidades y mandan a sus asistentes pero Droogie insistió en venir personalmente.

Era sumamente interesante lo que llevaba puesto; era un conjunto de un abrigo de piel falsa que apenas le llegaba a la cintura, botas de cuero con tacón de aguja, grandes lentes de sol y medias de encaje. También le agradaba en vez de teñirse el cabello diferentes pelucas de colores chillantes. Droogie era muy escuálida pero estaba bien porque una rubia voluptuosa se hubiera visto bastante ridícula.

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