Sunday, December 5, 2010

3:15 AM.

Por alguna maldita razón me desperté en medio de la noche, un curioso incidente que se ha repetido desde hace algunos meses, aunque quizá esta vez haya sido por causa de la tormenta. Hm, debo admitir que también tenía un efecto muy excitante. La  luz de luna invadía mi recámara, además. Me levanté descalzo caminando de un lado al otro del cuarto como si fuese un león enjaulado. Estaba pensando en qué circunstancias pudiesen haber disparado mi ansiedad y reducir mis horas de sueño; sería la presión de las fechas de entrega? Ni que fuera un principiante, no...est última mitad de año cuando ya todos han hecho planes? No...

No me quedó más remedio que sentarme cabizbajo esperando a que se detuviera la lluvia, pero más bien eso iba para largo. Edith no estaba para hacerme compañía, ya que había volado a Michigan para visitar a la familia por lo del Día de Acción de Gracias como había prometido, así que al menos por este fin de semana se suponía que yo estaba a cargo. Este hecho no me molestaba en lo absoluto, ya que muchas veces me ha tocado vivir solo, pero aún así porque estaba tan inquieto?

Desde mi encuentro cercano con Ava, la tarotista mi curiosidad por el mundo esotérico se hizo cada vez más evidente. Por ahí había leído que al filo de las 3 de la mañana se despertaban los espíritus malignos, además era la hora opuesta en la que se presume que murió Jesucristo. Estaba este lugar siendo invadido por demonios? Ni idea, sólo podía pensar en el trabajo y que la inspiración no se me agotase, ya que yo considero que esa fuerza debería ser tan potente como una droga o un buen orgasmo, por otro lado. Creo que eso ya lo había mencionado antes.

Lo que si pude notar era que Scraps era fiel a su naturaleza noctámbula; seguía brincando en su jaula como loco. Lo saqué por un rato y traté de calmarlo, pero los truenos nos asustaron a ambos. Luego, la calma me produjo un extraño efecto relajante que acompañé con un buen vaso de vino tinto, creo que éste tenía un poco de Merlot, cosecha del 2002. Ya con eso fue suficiente, al diablo esta hora endemoniada.

Fui por un cuaderno de gran tamaño y empecé a garabatear de una manera que se conocía como dibujo automática, muchas veces lo que salía de esto no tenía el menor sentido. En esta ocasión obtuve una figura de un hombrecillo flacucho que estaba en medio de un bosque. Habían frente a él tres charcos de agua. Levanté la mirada y noté las tres largas ventanas de mi cuarto. Genial, lo que el inconsciente te obliga a hacer; era infantil, muy ingenuo, desenfadado, pero no tan sucio. Dibujaba de esa manera cuando tenía tan sólo cinco años y rayoneaba las paredes con crayones.Lo conservaré por ahora como evidencia.

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