Tuesday, December 7, 2010

EL RAPTO.

Por la última maldita vez; ni que me clavara yo tanto en las drogas, aunque de vez en cuando me echo a escondidas un ligero trago de absenta para hacer que los sentidos se intensifiquen. Aún asi eso nunca me había hecho tener un sueño como el de anoche, el cual estaba dotado de una extraña naturaleza homoerótica.

Y bueno, eh, pues por dónde podria empezar? No me avergüenza en absoluto contar esto, para eso son los diarios, pero aún así quisiera saber por qué demonios me paso estó,  y mientras no estuviera Edith me las ingeniaría yo mismo.

De manera inconsciente me atraían las casas antiguas desde pequeño, lo cual explica por qué lo sobrenatural me perisgue una y otra vez y me daba la impresión de percibir a los espíritus.

Antes mis padres yo solíamos visitar por estas fechas de diciembre a unos tíos quienes tenían una cabaña allá por el norte; debí haber tenido alrededor de unos diez años. Más allá de morirme de frío, aún me ha quedado la sensación del aroma de los pinos.

La primer noche que me quedé a dormir soñé que bajaba las escaleras hasta la cocina, quizá por un vaso de agua o algo así. Para mi sorpresa me encontré a un trío de chiquillos haciendo destrozos. Lo curioso del caso es que todos iban ataviados con disfraces de Noche de Brujas, por ejemplo estaba el tipico brujo, un diablillo y un robot. Ahora que se viene a la mente esos eran los mismos disfraces en distintas épocas; una cuando tenía dos, la siguiente de cuando tenía tres  y la última de cuando tenía cinco años. Si quisiera compararlo con algo más próximo seria con los monigotes del Extraño Mundo de Jack cuando cantaban al unísono El Rapto de Santa Atroz. Irónicamente los tres amenazaron con raptarme y llevarme muy muy lejos y no veía porque.

Ayer justamente la parte de mí que traía el atuendo de brujo, pero ya más crecida, casi de mi edad vino a visitarme en el sueño, mientras yo estaba sentado muy tranquilo en una rasposa y desgastada silla de mimbre. Se aproximó a mí y lentamente empezó a desabotonar mi camisa hasta dejarme medio desnudo. No, es en serio, de hecho estaba disfrutándolo sin protestar. Pude notar que tocaba ligeramente mi cara, especialmente mis orejas y mi nariz y culminó acomodando su mano bajo mis pantalones, oh Dios, que lío.

Cuando desperté salí de la cama como a eso de las seis de la madrugada sintiéndome ligeramente excitado. Cuando noté que el cielo estaba escasamente iluminado me dejé caer y me envolví entre mis sábanas y muy descaradamente decidí terminar la supuesta fantasía a mi manera, y la terminé bien.

Cuando desperté pensé que tan sólo se había tratado de esos sueños húmedos que uno tenía tantas veces en la pubertad. Ya más delante me levanté a investigar esto en línea lo mejor que pude. Resulta que significaba algo así como que aceptaba a  una parte de mí a la que había temido por tanto tiempo. Ah, ahora tenía sentido repasando lo último que hice anoche. Diablos, se notaba y por mucho que extrañaba a Edith, por fortuna estaría de vuelta mañana.

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